A la hora de reformar un viejo piso o de darle los últimos arreglos a un nuevo hogar, una de las principales preocupaciones que surgen es qué hacer con el suelo: ¿se deja como está?, ¿es mejor parqué o tarima?, ¿a quién se le encarga la instalación?
En los últimos años, la tarima flotante se ha convertido en la opción más popular para la mayoría de hogares. La tarima ofrece un acabado elegante y hogareño sin presentar los inconvenientes que presentan el resto de alternativas.
Como para cualquier otro tipo de reforma, lo principal es contactar con empresas que utilicen material de primera calidad, capaces de resistir roces y agua y que posean propiedades antiestáticas. Conviene informarse bien acerca de todos estos detalles antes de tomar la decisión.
¿Cuáles son las ventajas de la tarima flotante?
En primer lugar, la característica principal de la tarima flotante es que se coloca directamente sobre una capa de material aislante. Es decir, a diferencia del parqué convencional, la tarima no precisa de procesos de enclavado y encolado ni de hacer obras para su instalación. Debido a lo anterior, es mucho más sencilla de colocar y su precio es bastante más asequible.
Por otra parte, hay que destacar que es un tipo de suelo que aísla muy bien las temperaturas, lo que resulta ideal para regiones más frías sin ser un inconveniente en zonas más templadas.
A esto se debe añadir el componente estético, ya que la tarima da a nuestro hogar un toque cálido y elegante, y su fácil limpieza y mantenimiento.
Visto todo lo anterior, no queda duda de que la tarima flotante es una opción que cualquier persona debe plantearse siempre que quiera reformar nuestro suelo y que es vital contar con empresas que nos aseguren la durabilidad y calidad del producto utilizado.